¿Por qué la leche no debe estar en contacto con el aire durante el ordeño?
El ordeño es un proceso que influye directamente en la salud del animal y en la calidad de la leche obtenida. Uno de los puntos más importantes es mantener la leche en un circuito cerrado tanto como sea posible, evitando su contacto directo con el aire. Las máquinas y técnicas modernas de ordeño fueron diseñadas con este objetivo.
El contacto de la leche con el aire conlleva numerosos riesgos invisibles.
En primer lugar, la leche expuesta al aire se estropea con mayor facilidad. La alteración se manifiesta con cambios en el sabor, malos olores y una pérdida de valor nutricional.
La leche con mayor contenido graso se deteriora incluso más rápido, acortando su vida útil y reduciendo su valor nutritivo. Por ello, tanto en pequeñas granjas como en grandes industrias se utilizan sistemas que evitan o minimizan el contacto con el aire.
Otro factor importante es la facilidad con la que los microorganismos presentes en el aire pueden contaminar la leche. Incluso en ambientes higiénicos, el aire contiene microbios y partículas de polvo. La leche es un medio ideal para su crecimiento, por lo que una vez contaminada, se deteriora rápidamente. Los sistemas de ordeño cerrados protegen la leche de estas contaminaciones externas.
El contacto con el aire también puede generar espuma. La presencia de espuma puede provocar errores en las mediciones de volumen y dificultades durante el procesamiento. Además, la espuma aumenta la superficie expuesta, facilitando la proliferación microbiana. Esto implica pérdidas tanto en calidad como en seguridad.
Evitar el contacto de la leche con el aire durante el ordeño es fundamental para preservar la higiene, la calidad, el valor nutritivo y la vida útil. Gracias a los sistemas cerrados, los equipos higiénicos y las técnicas correctas de ordeño, es posible obtener una leche más saludable, estable y confiable. Para cualquier productor que busque elevar sus estándares, este aspecto es de gran importancia.
